Acabo de adquirir más material para continuar trabajando las emociones con mis niños. Es una muy buena colección y los que lo han usado están encantados.
Acabo de adquirir más material para continuar trabajando las emociones con mis niños. Es una muy buena colección y los que lo han usado están encantados.
En «conSciencia con ciencia» pretendemos acercar los avances científicos en distintas materias a todos los públicos, y que la ciencia forme parte de nuestro día a día.
Desde mi campo de estudio, la neuropsicología, he realizado en ocasiones charlas con carácter divulgativo con muy buena aceptación.
El mundo actual se ha vuelto extremadamente complejo. Sin embargo, el papel principal de la ciencia es aumentar el bienestar y calidad de vida en las personas que constituyen una sociedad.
Te interesa? Quieres formar parte de este proyecto?
Ayer, en respuesta a la última entrada de mi blog en las redes, me comentaron de qué consejos podía dar a los adolescentes y a los padres «si fuese a la inversa, es decir, chicos depresivos en casa, que ansían salir, ver a los amigos y que se rebelan contra las normas impuestas pero que los adultos sabemos que si se les deja, obviamente, no respetarán distancias de seguridad y demás y eso los pone mal» .
Para comenzar a plantear la cuestión hay que expresar que, durante este periodo de confinamiento, una amplia mayoría de adultos, hemos pasado por muchas emociones conforme nos hemos ido adaptando a la situación, controlando nuestros miedos y temores y valorando el papel de los que se juegan la vida en beneficio nuestro y de todos. Las emociones experimentadas han ido variando, y en ocasiones han aparecido sin saber muy bien a qué se deben. Es decir, podemos tener ciertos rasgos de personalidad que hacen preveer ciertas conductas en nosotros como adultos, es decir, ser más abierto socialmente o reservado, independiente o dependiente,…; pero todos experimentamos las mismas emociones (alegría, tristeza, miedo, ira,…).
En situaciones como las vividas, los jóvenes y adolescentes se encuentran también inmersos en el desarrollo de su propia personalidad, y es papel de nosotros como padres el proporcionar la «mirada» hacia lo que realmente importa en la vida, salvaguardar la vida misma por encima de las necesidades y apetencias propias. Es normal, que como jóvenes, piensen muchos de ellos en quedar con sus amigos y salir, es la época en la que los amigos suelen ser una de las partes más importantes de su universo. El que hayan surgido momentos de frustración por no poder ver a sus amigos en el tiempo que ha durado el confinamiento es algo totalmente normal. Sin embargo, el que se rebelen contra las normas impuestas, sean cuales sean, denota una mirada hacia su propio «ombligo» y no hacia la sociedad en general y hacia sus amigos en particular. Es nuestro deber como padres comprender a nuestros hijos y orientarlos con nuestra mirada social, comunicarnos y escucharlos, para poder ayudarlos en su camino hacia su futuro.
Espero haber podido responder a lo planteado. No obstante, cada caso puede tener matices diferentes y precisar pautas particulares ligeramente distintas.
Hay muchos jóvenes que en la actualidad pueden sentir angustia a la hora de retomar las actividades y salir a la calle. Pueden experimentar síntomas propios de ansiedad y vulnerabilidad. Deben dejárseles un tiempo para adaptarse a la nueva situación, no se les debe obligar pero tampoco dejar en esa condición.
Es, aún ahora, más conveniente, darles las pautas como padres para que comprendan sus sentimientos y el rechazo a retomar «su vida social». Muchos se han sentido protegidos hasta ahora, no han vuelto a salir o lo han hecho en lugares amplios por vivir en zonas rurales. Pero a la hora de volver a ver a sus amigos, salir a alguna terraza, ir a comprar ropa,… pueden surgirles un mar de dudas, que puede afectar a su salud mental.
Por ello, los padres deben actuar para minimizar las dificultades que actualmente pueden experimentar, mediante salidas «protegidas» a lugares más concurridos. Que experimenten cómo los adultos nos comportamos al ver a conocidos que hace tiempo no hemos visto, para que comprendan la necesidad de mantener a raya su impulsividad y emoción cuando se vuelvan a encontrar principalmente con amigos. Y que experimenten como los adultos nos comportamos en sitios cerrados, cómo usamos las medidas de seguridad y permanecemos con cierta alerta a lo que acontece a nuestro alrededor y buscamos «normalizar» la situación.
«Finalizando el confinamiento»
A partir de mañana muchas provincias pasaremos a la Fase 1 con lo que la movilidad no estará tan restringida y podremos volver, siempre con la prudencia y cautela tenida hasta ahora, a reunirnos y salir.
Poco a poco se irán abriendo los distintos servicios y comercios y la vida volverá a coger las calles.
Continuaré con el blog, subiendo información principalmente de las consecuencias psicológicas derivadas de esta situación y volviendo a retomar otro de los principales campos de mi trabajo: daño cerebral en niños y adultos.
Agradeceros a todos los que habéis seguido el blog durante estos 56 días y desearos una pronta vuelta a la «nueva normalidad».
«Caminar con la cabeza bien alta»
Ayer viernes, estuve viendo la intervención en la televisión del Dr. Fernando Simón, Director del centro de coordinación de alertas y emergencias sanitarias del Ministerio de Sanidad, Médico-epidemiólogo.
En ella, nos llamaba a la prudencia y a ser muy cautelosos para prevenir el aumento de contagios.
Comportamientos que se separan de lo más adecuado en estas circunstancias, volverían a poner en peligro no sólo a nuestros allegados, familia y amigos, sino también al personal sanitario y de emergencias que ha estado desde el principio ofreciendo su trabajo y por desgracia en ciertos casos hasta su vida.
Si no has vivido de cerca las consecuencias negativas de esta pandemia en tu salud en el entorno social más cercano, no conoces de primera mano los estragos que dicho virus está causando. Pero otros muchos, sí lo han visto, y son los que llaman a esa prudencia.
Y la prudencia requiere que seamos seres sociales, seres humanos sociales. Las relaciones entre las personas constituyen la base de nuestra vida diaria. Necesitamos de este tipo de relación, nos hace falta por el sentido del respeto y del valor que eso produce y por las necesidades relacionales que satisface. Cuando afrontamos los inevitables traumas de la vida nuestra capacidad para establecer un contacto pleno con los demás sufre, resultando a menudo perjudicada.
Dejemos de mirar exclusivamente a nuestro ombligo y nuestros beneficios y reinventémonos como una verdadera sociedad.
Haz un balance de tu comportamiento previo, actual y futuro, para caminar en sociedad con la cabeza bien alta.
«Cuidado con los miedos»
La situación de desescalada que estamos iniciando supone nuevos retos en todos los ámbitos.
Se observan ya respuestas de:
Un autoimpuesto confinamiento en personas que presentan un miedo a sufrir la enfermedad y que el confinamiento les proporcionó seguridad,
En otros muchos más conductas y sensaciones de aislamiento aún mayor o recelo ante los comportamientos de las personas con las que se encuentran,
Un mayor estado de alerta social por el que se está más pendiente de lo que ocurre a nuestro alrededor que de disfrutar del paseo o deporte que estemos realizando.
Debemos aprender nuevas conductas bajo la experiencia de enfrentarnos a ellas.
«Aprendiendo para vivir mejor»
Esta situación también nos plantea un nuevo cambio de paradigma, una nueva forma de convivencia y de cotidianidad.
La movilidad en las ciudades debe empezar a ser diferentes para reducir la contaminación.
Las políticas deben de una vez invertir en educación y en salud.
La investigación y la implantación de empresas propias de abastecimiento es otra de las medidas que deberán implantarse.
También se deberá repensar el mundo del trabajo, con mayores medidas de protección y prevención en los puestos de trabajo, y con opciones, en muchos casos, muy válidas e incluso más válidas como puede ser el teletrabajo.
Construyamos juntos este nuevo paradigma
«Caminando hacia la salida»
Llevamos más de 50 días cuidándonos desde casa, y, como todo, ésto también está llegando a su fin. Para muchos es un alivio poder volver a respirar aire puro (esta vez de verdad), para otros el momento de desconectar de situaciones de confinamiento que les ahogaban y empezar a tomar decisiones de vida, y para otros el momento de enfrentarse con sus miedos. Quedan aún muchos momentos de incertidumbres y obstáculos que superar.
Esta nueva situación también es novedosa, puesto que tampoco nos hemos visto inmersos en ella con anterioridad. Nos enfrentamos a una situación también nueva, que va a requerir de nuevas formas de relación y de vida.
Explorémosla
«Volviendo a coger el ritmo»
Tan importante es salir del confinamiento, por nuestra salud física y mental, como también desarrollarlo paulatinamente.
También aquí se necesita un periodo de adaptación. Las situaciones van cambiando y nosotros debemos ir cogiéndole el ritmo paso a paso.
La vuelta a nuestra actividad laboral debe realizarse también paulatinamente, sin prisas. Por ello, debemos ser conscientes de que habrá servicios a nuestra disposición, si bien éstos deben efectuarse con una cita previa para evitar contactos entre clientes, usuarios o pacientes (según el tipo de servicio a desarrollar).
De nuevo, las prisas no son buenas. Debemos afianzar esta forma de actuar en la sociedad y mantener las distancias en nuestro beneficio.
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