«Hacia una «nueva normalidad»»II

Ayer, en respuesta a la última entrada de mi blog en las redes, me comentaron de qué consejos podía dar a los adolescentes y a los padres «si fuese a la inversa, es decir, chicos depresivos en casa, que ansían salir, ver a los amigos y que se rebelan contra las normas impuestas pero que los adultos sabemos que si se les deja, obviamente, no respetarán distancias de seguridad y demás y eso los pone mal» .

Para comenzar a plantear la cuestión hay que expresar que, durante este periodo de confinamiento, una amplia mayoría de adultos, hemos pasado por muchas emociones conforme nos hemos ido adaptando a la situación, controlando nuestros miedos y temores y valorando el papel de los que se juegan la vida en beneficio nuestro y de todos. Las emociones experimentadas han ido variando, y en ocasiones han aparecido sin saber muy bien a qué se deben. Es decir, podemos tener ciertos rasgos de personalidad que hacen preveer ciertas conductas en nosotros como adultos, es decir, ser más abierto socialmente o reservado, independiente o dependiente,…; pero todos experimentamos las mismas emociones (alegría, tristeza, miedo, ira,…).

En situaciones como las vividas, los jóvenes y adolescentes se encuentran también inmersos en el desarrollo de su propia personalidad, y es papel de nosotros como padres el proporcionar la «mirada» hacia lo que realmente importa en la vida, salvaguardar la vida misma por encima de las necesidades y apetencias propias. Es normal, que como jóvenes, piensen muchos de ellos en quedar con sus amigos y salir, es la época en la que los amigos suelen ser una de las partes más importantes de su universo. El que hayan surgido momentos de frustración por no poder ver a sus amigos en el tiempo que ha durado el confinamiento es algo totalmente normal.  Sin embargo, el que se rebelen contra las normas impuestas, sean cuales sean, denota una mirada hacia su propio «ombligo» y no hacia la sociedad en general y hacia sus amigos en particular. Es nuestro deber como padres comprender a nuestros hijos y orientarlos con nuestra mirada social, comunicarnos y escucharlos, para poder ayudarlos en su camino hacia su futuro.

Espero haber podido responder a lo planteado. No obstante, cada caso puede tener matices diferentes y precisar pautas particulares ligeramente distintas.

 

Acerca de Myriam Moral-Rato

Comencé mi andadura en el campo de las Neurociencias en el año 1991 y desde entonces no ha dejado de apasionarme este campo. Quisiera compartir con vosotros la pasión por conocernos a nosotros mismos, por indagar y experimentar qué hace nuestro cerebro para permitirnos desarrollar tantas actividades como nos propongamos. ¿Alguna vez nos hemos parado a pensar qué hace nuestro cerebro para por ejemplo poder leer estas líneas: poder verlas, distinguirlas, leerlas y comprenderlas? ¿Y, qué debe hacer nuestro cerebro para poder recordarlas? El trabajo desempeñado como neuropsicóloga me ha permitido observar los cambios que se generan tanto en la persona que sufre un daño cerebral, como en sus allegados y en su entorno, a todos los niveles. ¿Cómo afectaría a nuestra vida si nuestro cerebro no nos permitiese funcionar adecuadamente: podríamos ir al cine, podríamos conducir, podríamos salir solos de casa, o trabajar y estudiar,…? Y si fuese así, ¿cómo saber qué es lo que falla, como poder solucionarlo o paliarlo, cómo poder mejorar nuestra calidad de vida? ¿Y, cómo pueden ayudarme o comprendernos los demás?
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