«Cuidándonos desde casa» XXXVIII

«Nuestros pequeños grandes tesoros» II

Ayer las redes estaban muy activas. Se debía a medidas que se habían expresado en relación a las salidas de los más pequeños.

Si nos distanciamos un poco del bullicio y observamos la situación como un espectador que está viendo lo que ocurre desde lo alto, veríamos las cosas diferentes, lo mismo que cuando nos subimos a un avión y vemos cómo todo lo que conocemos cobra otra dimensión, se empequeñece y parece otra ciudad o paisaje.

Cada casa es diferente y las necesidades de nuestros hijos también. Somos conscientes de la necesidad no sólo de salir a la calle para pasear sino también el ser conscientes de lo que ocurre en la calle.

De que su parque está ahí, donde antes, aunque todavía no pueda acercarse, de que la gente sale a hacer compras y se mueve por la calle, de que algunos llevan mascarilla, otros guantes; en definitiva, de ser conscientes y hacerles partícipe de lo que están viviendo. Pero principalmente necesitan notar el aire en sus caras, acercarse a una zona verde en la que han comenzado a salir las flores, el caminar por el césped, ver animales, grandes o pequeños, escuchar el canto de los pájaros,…, también que el cole y la guardería están cerrados como muchas tiendas como las de juguetes. Y necesitan, para su aprendizaje, ver cómo los adultos nos comportamos en esas situaciones actualmente, cómo saludamos a los vecinos que nos encontramos, como mantenemos las distancias de seguridad,…, para que ellos hagan lo mismo con amigos con los que podrían encontrarse durante esos paseos, aprender a saludarse y jugar manteniendo la distancia, por ejemplo, cogiendo flores. En definitiva, aprender a actuar en la vida actualmente.

Es un paso importante, que con la suficiente cautela, iremos construyendo. Feliz domingo próximo a todos los niños.

Acerca de Myriam Moral-Rato

Comencé mi andadura en el campo de las Neurociencias en el año 1991 y desde entonces no ha dejado de apasionarme este campo. Quisiera compartir con vosotros la pasión por conocernos a nosotros mismos, por indagar y experimentar qué hace nuestro cerebro para permitirnos desarrollar tantas actividades como nos propongamos. ¿Alguna vez nos hemos parado a pensar qué hace nuestro cerebro para por ejemplo poder leer estas líneas: poder verlas, distinguirlas, leerlas y comprenderlas? ¿Y, qué debe hacer nuestro cerebro para poder recordarlas? El trabajo desempeñado como neuropsicóloga me ha permitido observar los cambios que se generan tanto en la persona que sufre un daño cerebral, como en sus allegados y en su entorno, a todos los niveles. ¿Cómo afectaría a nuestra vida si nuestro cerebro no nos permitiese funcionar adecuadamente: podríamos ir al cine, podríamos conducir, podríamos salir solos de casa, o trabajar y estudiar,…? Y si fuese así, ¿cómo saber qué es lo que falla, como poder solucionarlo o paliarlo, cómo poder mejorar nuestra calidad de vida? ¿Y, cómo pueden ayudarme o comprendernos los demás?
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