Cada uno de nosotros navega por la vida diariamente – aprendizaje, trabajo, ocio y relaciones – gracias a unas habilidades intrínsecas denominadas Funciones Ejecutivas.
El término Funciones Ejecutivas se debe a la doctora Muriel Lezak a la que tuve el gusto de conocer en un Congreso Internacional de Neuropsicología celebrado en Angers (Francia), en 1994, ya hace más de 20 años. Desde entonces las aportaciones hacia su definición y esclarecimiento han sido diversas y variadas, tanto en la comprensión de determinadas conductas en personas con daño cerebral como en niños con trastornos del neurodesarrollo.
Es en éstos últimos, los niños, en los que quiero centrar esta obra, por la importancia que tiene el trabajar estas llamadas “funciones ejecutivas” en su capacidad de independencia y desenvolvimiento tanto en el presente y como en el futuro de estos niños..
Pero, ¿qué son? Y ¿para qué sirven?
Son estas habilidades las que son más propias del ser humano: nuestra capacidad para actuar teniendo en cuenta las consecuencias de nuestras acciones y los diversos contextos sociales en los que nos movemos que son variados, dinámicos y complejos.
Quizás, en una primera aproximación, no somos conscientes de la importancia que tienen en nuestra capacidad de desenvolvimiento independiente. Éste es mi objetivo: que nos demos cuenta de la importancia de entrenar a nuestros hijos o alumnos en tales habilidades, e incluso ser conscientes de nuestras propias habilidades al respecto.
Para ello un primer paso es hablar de cuáles son las denominadas funciones ejecutivas y cómo se van construyendo desde el nacimiento hasta la vida adulta, con el fin incluso de conocer cómo está desarrollándose un cerebro determinado y lo que podemos exigir a nuestros hijos o alumnos según su evolución.
Hablaremos también de circunstancias por las que aparece una alteración en el desarrollo de tales funciones, principalmente en aquellos niños con trastornos del neurodesarrollo, trastornos de aprendizaje o vulnerabilidad social, y qué podemos hacer para trabajar en su entrenamiento o habilitación.
Las funciones ejecutivas han sido valoradas inicialmente en la población adulta, quizás por la relación que tienen con una parte del cerebro (lóbulo frontal) que requiere de un periodo de desarrollo que abarca incluso hasta la tercera década de la vida de un individuo. Sin embargo, recientemente se ha visto la importancia de trabajar estos aspectos en los niños (con trastorno o sin él) por la importancia que tienen en el aprendizaje, el comportamiento y las relaciones sociales.