Usamos diariamente frases como “prestar atención a algo” o “llamar la atención”, pero sabemos ¿qué es la atención?
La atención en sí puede ser considerada como una forma de consciencia (véase el tema de la consciencia) que ha sido modelada por el aprendizaje y la experiencia.
Nuestro cerebro intenta responder a nuestras necesidades permanentemente. Para no ser invadidos por la multitud de información que nos rodea, éste tiene que ser selectivo. El mecanismo que nos permite seleccionar la información útil es lo que se denomina atención.
No podemos atender a dos cosas a la vez. Ante una imagen ambigua sólo podemos ver la imagen de una forma u otra cada vez, pero no ambas a la vez (ejemplo de mujer joven o mujer vieja, o un jarrón o dos caras una frente a otra). Esta dinámica de alternancia es también en cierta medida una alternancia de atención. Dos esquemas de actividad no pueden superponerse.
A su vez, poder ignorar es una función importante del cerebro. Los autistas concentran su atención en un estímulo durante largos periodos de tiempo, y los niños o adultos con déficit de atención tienen dificultades para prestar atención durante largos periodos de tiempo. Ambos tendrán dificultades de aprendizaje, unos porque no son capaces de cambiar el foco de su atención y otros porque cambian constantemente el foco de atención. De hecho para que la atención funcione de forma óptima, es necesaria una alternancia de la atención necesaria al mundo en que vivimos. Si prestamos atención a todo quedaremos abrumados.
Debemos dar un sentido a todo lo que nos rodea para saber a qué debemos prestar atención. El cerebro cataloga los estímulos mediante descripciones simbólicas del mundo exterior, de los objetos, de los sucesos codificadas en forma de impulsos nerviosos. No hay una representación fija, nuestro cerebro evoluciona constantemente hacia nuevas formas mediante la experiencia y el aprendizaje. Esto hace que impida que seamos sepultados por la información. Con cada movimiento de los ojos o de los oídos, con cada inspiración y cada roce creamos nuestro nuevo entendimiento, nuestro conocimiento del mundo. Componer, descomponer, asociar, disociar; esto es lo que permite crear un sentido a nuestro cerebro. Ante todo el cerebro no es una máquina, es un órgano compuesto de células neuronales capaz de crear simulaciones del mundo exterior, de hacer previsiones útiles y de generar la acción que conviene.
Tenemos información interna (del aprendizaje y la experiencia) en nuestro cerebro y información externa (de nuestros sentidos y percepciones en un momento dado) y uno debe prestar atención a algo concreto. Todos los procesos cerebrales que involucran este fenómeno constituyen la atención.