¿Qué sería de nosotros si no pudiésemos interpretar las emociones en los demás, si no fuésemos capaces de distinguir los cambios en su tono de voz o en los movimientos propios y reconocibles de las personas que están, por ejemplo, enfadadas? ¿Cómo afectaría eso a nuestras relaciones? ¿Qué sería de nosotros si tampoco experimentásemos emociones? ¿Cómo nos afectaría a la hora de comunicarnos?
* Se sabe que las expresiones faciales son universales, son las mismas en distintas culturas; sin embargo, nuestro lenguaje corporal puede variar ante determinadas culturas. No obstante, somos capaces de empatizar o rechazar a personas que nos transmiten ciertas emociones. Y lo hacemos con relativa facilidad y rapidez.
Las expresiones de la cara son universales, es decir, una expresión de sorpresa es la misma en distintas culturas. Estas son también involuntarias, no se hacen a propósito.
Sin embargo, las mismas expresiones faciales se pueden hacer deliberadamente (acordémonos de la sonrisa) lo que nos puede llevar a que una cara nos engañe. Todo el mundo puede hacer una sonrisa pero hay unas diferencias muy sutiles que se pueden mostrar entre una verdadera sonrisa de disfrutar y una sonrisa social que es la que tenemos que poner cuando en realidad no estamos disfrutando.
Pero en algunos momentos podemos ser muy buenos, como ocurre con los actores: un buen actor consigue llegar a identificarse con el papel que interpreta, y mientras lo está interpretando su expresión es la misma que si lo estuviese viviendo. Esto sucede con los buenos actores y es por esto que nos llegan a emocionar. Aristóteles dijo que nos emocionamos cuando vemos la tragedia y llegamos a tener miedo porque lo que no ves es una representación simbólica sino que estamos viendo a unos actores que en realidad son capaces de generarlo.
* Las emociones nos dominan. El legado genético que hemos heredado determina nuestras reacciones ante situaciones concretas. Son las emociones innatas. Sin embargo a lo largo de nuestra vida también aprendemos a emocionarnos ante determinados estímulos y éstos quedan grabados en nuestro cerebro. Es la memoria emocional. Un resorte que se activará en situaciones concretas. Con cada estímulo que desencadena una emoción se crean nuevas conexiones entre un grupo de células en nuestro cerebro. Es una especie de asamblea celular que retiene el aprendizaje emocional. El conjunto de todas estas asambleas celulares forma la base de datos que contiene todo lo que nos emociona y, aunque es fácil añadir datos, borrarlos es muy complicado. Por eso es tan difícil controlar totalmente nuestras emociones.
No obstante, hay una serie de capacidades (sobre las que hablaré en una entrada posterior) que podemos desarrollar para mantener cierto control ante nuestras emociones. Somos capaces de mantener cierto control porque sólo nuestro cerebro evolucionado es “consciente” de la emoción que está sintiendo. Las emociones en los humanos son consecuencias conscientes de procesos inconscientes.