De estas emociones primarias o básicas, pasamos a un nivel superior en las que se encuentran las emociones cognitivas primarias en las que se valora la situación que ha provocado la emoción primaria tras un convencimiento consciente. Es cuando, por ejemplo, alguien comprueba que la conversación que está teniendo con su jefe es positiva, pudiendo abrigar la esperanza de un aumento de sueldo, sintiendo en ese caso una emoción cognitiva primaria denominada satisfacción.
Las emociones cognitivas primarias serían:
– En el caso del miedo: sentir una Amenaza o sentir una Angustia.
– En el caso de la ira: Disgusto o Frustración.
– En el caso de la tristeza: Decepción o Abatimiento, y
– En el caso de la alegría: Buen humor o Satisfacción.
Pero las emociones no acaban aquí. El último paso que aparece son las emociones cognitivas secundarias en las que entra en juego las relaciones sociales, las expectativas y normas sociales en relación a la situación, que depende de la naturaleza del trasfondo cultural y de la experiencia personal. Por ejemplo, imagínese que un niño de 10 años interpreta con éxito una sonata para piano de Chopin. Tras la actuación su madre le elogia con fervor, con el orgullo consiguiente del niño. Esta situación y su expresión emocional la vemos lógica, ¿verdad? Sin embargo, si la misma situación se da en otro contexto cultural, digamos, por ejemplo, la cultura china, la madre le indicaría al niño que todavía debe practicar más, para evitar ciertos fallos cometidos, por lo que el niño se sentirá avergonzado. A pesar del mismo resultado, la valoración difiere y con ello, la reacción emocional.
De este modo como ejemplos de emociones cognitivas secundarias podríamos hablar de:
– En el caso de la emoción de Miedo: podría aparecer Vergüenza, Celos, Envidia.
-En el caso de la emoción de Ira: Cólera o Desprecio.
-En el caso de la Tristeza: Luto, y
-En el caso de la Alegría: Amor o Suerte.