Cualquier emoción se puede disfrutar, incluso el miedo.

Cualquier emoción se puede desear experimentar.

Todos conocemos personas que disfrutan incluso con las emociones negativas. Por ejemplo, hay personas que les gustan leer novelas que les hagan llorar o quieren ir a ver películas que les hagan llorar.

Hay otros a los que les gusta sentir miedo, disfrutan con las películas de suspense aunque son conscientes de que no implica ningún peligro o riesgo. Es como un ejercicio emocional.

Hay otros a los que les gusta sentirse enfadados y ven películas como Rocky o películas de boxeo. Hay muchos niños que les gusta sentir asco, hay toda una industria que fabrica juguetes asquerosos con olores desagradables para niños y también hay adultos a los que les gusta sentir asco, pensemos en la fiesta de halloween, por ejemplo.

 Hay gente a la que no le gustan las sorpresas y si les organizas una fiesta sorpresa te dicen: “No se te ocurra volverlo a hacer. No me gustan las sorpresas, me gusta saber qué es lo que va a pasar”.

La sorpresa es la emoción más corta, porque sólo podemos estar sorprendidos hasta que sabemos de qué lo estamos. Siempre se trata de algo inesperado y después se puede estar o aliviado o divertido o con miedo. Muy a menudo se siente miedo porque a menudo las cosas inesperadas nos suponen una amenaza.

Acerca de Myriam Moral-Rato

Comencé mi andadura en el campo de las Neurociencias en el año 1991 y desde entonces no ha dejado de apasionarme este campo. Quisiera compartir con vosotros la pasión por conocernos a nosotros mismos, por indagar y experimentar qué hace nuestro cerebro para permitirnos desarrollar tantas actividades como nos propongamos. ¿Alguna vez nos hemos parado a pensar qué hace nuestro cerebro para por ejemplo poder leer estas líneas: poder verlas, distinguirlas, leerlas y comprenderlas? ¿Y, qué debe hacer nuestro cerebro para poder recordarlas? El trabajo desempeñado como neuropsicóloga me ha permitido observar los cambios que se generan tanto en la persona que sufre un daño cerebral, como en sus allegados y en su entorno, a todos los niveles. ¿Cómo afectaría a nuestra vida si nuestro cerebro no nos permitiese funcionar adecuadamente: podríamos ir al cine, podríamos conducir, podríamos salir solos de casa, o trabajar y estudiar,…? Y si fuese así, ¿cómo saber qué es lo que falla, como poder solucionarlo o paliarlo, cómo poder mejorar nuestra calidad de vida? ¿Y, cómo pueden ayudarme o comprendernos los demás?
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