Observar, lamer, saborear, oler, rozar, escuchar, divisar, oír, avistar, resonar, palpar, apestar, acariciar, desoír, degustar, cosquillear, husmear, catar, otear, olisquear, son sólo algunas de las palabras que tenemos en nuestro lenguaje para expresar sensaciones que desarrollamos con nuestros sentidos: la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto.
Esta riqueza de lenguaje denota la cantidad de propiedades que podemos llegar a desarrollar con nuestros sentidos. Además también reconocemos otras clases de sensaciones adicionales tales como el dolor, la presión, la temperatura y la propiocepción.
Y no sólo eso, ya que podemos también percibir el mundo que nos rodea: el rojo, el verde, el tamaño de un objeto, la distancia con nosotros, la forma del objeto, la permanencia del objeto en movimiento, el sonido de un claxon o un timbre, el sonido de la música, la temperatura, la rugosidad de un objeto, el olor de una flor determinada, el dolor de muelas,…
Y hay más, estamos continuamente experimentando nuevas sensaciones: la presión en los oídos la primera vez que subimos a un avión, los distintos sonidos para el teléfono móvil o los mensajes que recibimos, las películas en 3 dimensiones, los teléfonos táctiles, los nuevos sabores de las comidas,…
Y todo ello, reside en nuestro cerebro. ¡A que ahora nos parece increíble!.