Empezando a conocer nuestros sentidos

Observar, lamer, saborear, oler, rozar, escuchar, divisar, oír, avistar, resonar, palpar, apestar, acariciar, desoír, degustar, cosquillear, husmear, catar, otear, olisquear, son sólo algunas de las palabras que tenemos en nuestro lenguaje para expresar sensaciones que desarrollamos con nuestros sentidos: la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto.

            Esta riqueza de lenguaje denota la cantidad de propiedades que podemos llegar a desarrollar con nuestros sentidos. Además también reconocemos otras clases de sensaciones adicionales tales como el dolor, la presión, la temperatura y la propiocepción.

            Y no sólo eso, ya que podemos también percibir el mundo que nos rodea: el rojo, el verde, el tamaño de un objeto, la distancia con nosotros, la forma del objeto, la permanencia del objeto en movimiento, el sonido de un claxon o un timbre, el sonido de la música, la temperatura, la rugosidad de un objeto, el olor de una flor determinada, el dolor de muelas,…

            Y hay más, estamos continuamente experimentando nuevas sensaciones: la presión en los oídos la primera vez que subimos a un avión, los distintos sonidos para el teléfono móvil o los mensajes que recibimos, las películas en 3 dimensiones, los teléfonos táctiles, los nuevos sabores de las comidas,…

            Y todo ello, reside en nuestro cerebro. ¡A que ahora nos parece increíble!.

Acerca de Myriam Moral-Rato

Comencé mi andadura en el campo de las Neurociencias en el año 1991 y desde entonces no ha dejado de apasionarme este campo. Quisiera compartir con vosotros la pasión por conocernos a nosotros mismos, por indagar y experimentar qué hace nuestro cerebro para permitirnos desarrollar tantas actividades como nos propongamos. ¿Alguna vez nos hemos parado a pensar qué hace nuestro cerebro para por ejemplo poder leer estas líneas: poder verlas, distinguirlas, leerlas y comprenderlas? ¿Y, qué debe hacer nuestro cerebro para poder recordarlas? El trabajo desempeñado como neuropsicóloga me ha permitido observar los cambios que se generan tanto en la persona que sufre un daño cerebral, como en sus allegados y en su entorno, a todos los niveles. ¿Cómo afectaría a nuestra vida si nuestro cerebro no nos permitiese funcionar adecuadamente: podríamos ir al cine, podríamos conducir, podríamos salir solos de casa, o trabajar y estudiar,…? Y si fuese así, ¿cómo saber qué es lo que falla, como poder solucionarlo o paliarlo, cómo poder mejorar nuestra calidad de vida? ¿Y, cómo pueden ayudarme o comprendernos los demás?
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